Aclaración spoilers: Esta entrada no contiene spoilers específicos sobre ‘Perdidos’ aunque sí recoge algunas impresiones sobre la última temporada de la cual he visto hasta el episodio 6×10.
Hace unos cuantos días leí en Bytheway una frase que escribía Montse que explica perfectamente lo que me pasa con ‘Perdidos’ esta temporada:
En los tiempos que corren, es importante que no se te vaya la pinza, con el efecto sorpresa, digo, porque al final la reacción que provocas puede ser más del tipo “Ah, pues vale” que no el siempre desaeado “Qué cabrones!”.
En este punto de la serie, ya me da un poco igual lo que pase porque nada me va a sorprender. Antes yo intentaba deducir qué pasaría gracias a las pistas ofrecidas y aplicando la deducción con respecto a la propia lógica interna de la serie. Hasta que descubrí que en ‘Perdidos’ se han obsesionado tanto con crear cliffhangers y sorpresas potentes que muchas veces hipotecan buenas historias con tal de salirse de lo que los espectadores esperarían. Y ha llegado a un punto que sé que al final de todos los episodios pasará cualquier cosa “sorprendente” y precisamente por eso ya no me sorprende, sino que me deja esa sensación que decía Montse de “Ah, pues vale”. Saquen un elefante rosa con el logo de Dharma, digan que el humo negro son los padres, o Christian Shepard confiese ser el hijo ilegítimo de Leia y Luke Skywalker, no me van a sorprender.
Un ejemplo claro de cómo este afán por conseguir el cliffhanger con triple salto mortal puede llevar a la serie a mal puerto es el primer episodio de la primera temporada en el que introducen lo de las realidades paralelas. Sí, fue muy sorprendente y muy efectista, pero después de eso sólo ha servido para lastrar la serie. Porque esa sorpresa conllevó que durante toda la temporada los capítulos tengan un alto porcentaje de relleno, de esos minutos sobre la realidad paralela que a mí no me importan en absoluto, porque lo intersante es saber qué está pasando en la isla y no el “y si…”. Que sí, que soy consciente de que en algún punto ambas realidades se conectarán y tendrá cierto sentido, pero entre medias está siendo un lastre bastante pesado.
La quinta temporada sí que me enganchó mucho, porque a fin de cuentas estaba centrada en los Losties, y aunque los saltos temporales fueran una ida de olla más, sí tenían su sentido y sobre todo, estaban centrados en ellos, en cómo Sawyer, Juliet, Locke y compañía viajaban por el tiempo, o cómo Jack, Kate, Sun y demás intentaban volver a la isla.
Pero de repente en esta sexta temporada ellos pasan a ser una comparsa y el eje de acción se traslada a un Jacob que aparece años después de ser nombrado por primera vez, y un señor con el que rivaliza, llámemosle humo negro, hombre de negro, némesis de Jacob o el que no es Locke, da igual. Y a mí esta nueva dualidad entre Jacob y el otro me importa un pimiento, a mí los que me importan son la gente que viajaba en el vuelo 815 de Oceanic, y como mucho algunos que fueron llegando después como Ben o Desmond. Yo quiero saber sobre ellos, que son los personajes con los que llevo compartiendo esta aventura cinco años, y esos dos recién llegados me da igual porqué pelean o si se llegasen a enrollar. Por esto la sexta temporada no me está gustando, porque le han dado un nuevo giro hacia una dirección en la que lo que hay me resulta anodino.
Esperemos que la cosa mejore e intentaré disfrutarla, pero pienso que ‘Perdidos’ podría haber acabado mejor de lo que lo está haciendo si sus creadores no se hubiesen encandilado en ciertos aires de grandeza.
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